Profesor y estudiante de medicina en París (1536?-1538)

 

  Sin saber con seguridad cuándo exactamente llegó el maestre Miguel de Villanueva a París, lo cierto es que como mínimo  en octubre de 1536, ya que consta como matriculado en el registro del rectorado de ese mismo curso académico de 1536/1537.  En el año de 1537 aumentaría su prestigio en las ciencias médicas- impulsada ya con su trabajo anterior, al haber refutado a alguien tan famoso como Fusch- , gracias a la publicación de su obra Explicación Universal de los jarabes,  y como refiere González Echeverría, siendo todavía Servet estudiante de Medicina, con la que superaba incluso a algunos profesores de dicha facultad, lo cual desató las envidias. Este trabajo se imprimió en la imprenta del famoso Simon des Colines, en el mismo año y en el mismo sitio en que se imprimía el Dioscórides de Dionisio Corronio, usando el maestre Miguel de Villanueva -mientras era estudiante de Medicina en ese año de 1538- uno de los ejemplares de este Diocórides como libro de trabajo, el bautizado como  Manuscrito de la Complutense, en el que iba anotando comentarios, ideas, correcciones, que nutrieron sus futuras publicaciones médicas. El ejemplar acabó en la biblioteca de la Universidad del mismo nombre.    El ya famoso geógrafo Miguel de Villanueva, en algún momento  de este periodo de tiempo parisino, puso sus grandes conocimientos matemáticos y astrológicos aprendidos mayoritariamente en el Estudio General de Artes de Zaragoza -y quizá renovados por su amigo lionés Symphorien Champier- para conseguir ser lector de esta disciplina en el Colegio de los Lombardos, de la Universidad de París. A sus clases  asistían personajes importantes, como el primado de las Galias, Pierre Palmier, y parece que esta circunstancia tuvo algo que ver en la animadversión de parte del profesorado hacia el maestre Villanueva, y los intentos de impedirle esta actividad.

     De algún modo, motivado por los médicos y por el decano de la Facultad de Medicina,  se le logró apartar de dicha actividad docente. Aunque sólo tenemos la versión del acusador -el decano Tagault- parece que a grandes rasgos sus descripciones de los hechos acontecidos antes y después del juicio son  relativamente plausibles. En un resumen escrito, después de haber investigado los registros y documentos aportados por el maestre Miguel de Villanueva, como vimos en la sección La disputa sobre el origen de Servet, le refirió como cierto astrólogo adivinador, estudiante de medicina,  de nación española, a su decir navarro pero engendrado de padre español, que había ocupado una cátedra de astrología, y enseñaba astrología judiciaria, pero que había abandonado dicha cátedra pues dicha disciplina era prohibida por los galenos de la Universidad. El relato continúa describiendo cómo conocía que el maestre Miguel de Villanueva estaba a punto de publicar  su Discurso en favor de la Astrología y contra cierto médico (que tenía por objetivo responder   al decano Jean Tagault), y cómo trató de impedirlo,  interrumpiendo él y otros dos o tres doctores más, una sesión de cirugía del maestre Miguel de Villanueva y otro cirujano,  pero que aún amenazándome duramente delante de muchos estudiantes y doctores, no consiguió disuadirle, abandonando el maestre Villanueva la sala  e imprimiendo su opúsculo. En la obra, Servet atacaba dúramente a Tagault, haciendo patente su ignorancia sobre asuntos astronómicos y matemáticos, y a su vez realizó una predicción de un eclipse de Marte con la Luna -con adivinación astrológica incluida- que  causó sensación en la ciudad.

   Tagault rápidamente  adquirió dicho ejemplar que Servet había impreso para defenderse del dictamen de la Facultad de Medicina sobre sus clases de Astrología, y lo  que presentó ante el Real Consejo, y el fiscal del Rey, tratando de que se prohibiese su venta. Al punto de la mañana, Servet se presentó altivamente – según Tagault- ante el tribunal, y mandó a “ciertos italianos” a Tagault para tratar de impedir la denuncia, pero Tagault sólo aceptaba si el maestre Villanueva hacía una declaración de culpa ante  la Facultad de Medicina, pero el maestre Villanueva no sólo se negó, sino que aseguró que saldría airoso, y propagó la idea de que tal asunto no era prerrogativa de la Universidad de París, ni de la Faculta de Medicina.

   Así comenzó  el 18 de marzo el Juicio de París, contra el maestre Miguel de Villanueva,  y gracias a que la Universidad gozaba de un privilegio especial, el asunto se juzgó por la cámara más alta del Parlamento, donde entre otros podían asistir los reyes de Francia, donde por una parte   se enfrentaba el rector de la Universidad de París, y el decano de la Facultad de Medicina – ya que toda la Universidad defendió a su colega de claustro, y se conjuró también contra Servet- y por otra el estudiante Miguel de Villanueva. A Miguel lo representó el embajador de Francia en Constantinopla – y uno de los pocos defensores fue el maestre Thibault, médico de la cámara del Rey- y a la otra parte Segnier, el futuro presidente del Parlamento.    Fue sin duda uno de los grandes acontecimientos de la Facultad, que generó el legajo más extenso en cuarenta años en los registros de dicha facultad, y un espectáculo vergonzante, por el hecho de que la causa personal del decano Tagault fuese convertida en doctrinal por toda la Universidad de París, en la que los acusadores pidieron la pena de muerte para el estudiante, hecho que omite Tagault en su escrito. Al final, debido quizá a influencias importantes como Pierre Palmier o otros,  el Consejo recordó a la Universidad que a los alumnos hay que tratarlos como padres a hijos, y dictaminó una sentencia la cual Tagault describió:

La prohibición de ejercer en París la Astrología y de atacar a los médicos de París por palabra o por escrito, so pena de multa arbitraria o cárcel; además de que no se pueda ejercer la astrología judiciaria y que no se publique pronósticos o almanaques sin la aprobación de dos doctores uno teólogo y otro médico.

   La potente sentencia  requería además retirar la obra. Por añadidura,    todo el proceso seguido contra él por la totalidad de la Universidad de París que pedía nada menos que su ejecución,  hizo ver al maestre Miguel de Villanueva la cruda realidad de la situación, en que la muerte había estado esta vez muy cerca. De una manera que recuerda al miedo y precaución extrema  de los que habían sido acusados una primera vez de herejes ante la Inquisición, -la reincidencias en los procesos inquisitoriales eran generalmente castigadas con la muerte en la hoguera- este brutal proceso en el Parlamento de París,  en el que la propia Universidad le advertía de las graves consecuencias de cárcel y multas bajo ciertas reincidencias -y allanaba el camino para futuros acusadores oportunistas, que podían desencadenar un proceso con una acusación pidiendo la misma pena,  y esta vez consiguiéndolo- generó que el maestre Villanueva decidiera abandonar la enseñanza, y se cuidase muy mucho en el futuro sobre qué daba a la imprenta, y que decidiese ocultar su autoría en sus próximas publicaciones, aún en el caso de que fuesen obras que comulgaban con los poderes establecidos en la época.  Jamás apareció su nombre en ninguna portada de sus futuras obras, y salvo en el caso de su Biblia de 1542 -donde para despistar apareció su nombre, sí, pero en la contraportada, y con prólogo de otro autor, y esta excepción parece deberse a que era una obra de gran importancia, y que era el heredero de las notas de Pagnini- jamás volvió a  firmar con su nombre ninguna obra, aunque sí lo haría a su manera, con pequeños detalles biográficos y de otra naturaleza, incluidos en sus trabajos, que permiten su identificación. Hay alguna obra suya anónima donde su autoría se comprueba directamente: allá donde tenemos la suerte de poseer un contrato, como para la importante Biblia de 1545.

    Lo mejor para el maestre Miguel de Villanueva era irse a otra facultad de Medicina, sin sintonía con  la de París, y volver al abrigo de sus antiguos valedores y amigos lioneses, los cercanos a su labor de corrector de imprenta, y su querido arzobispo   Palmier. La facultad de Medicina de Montpellier, y la asociada de Avignon eran unas buenas candidatas.

 

Bibliografía consultable


  • (2011) F. J. González Echeverría, El amor a la Verdad. Vida y obra de Miguel Servet,  Navarro y Navarro, Zaragoza, col. Gobierno de Navarra, Departamento de Relaciones Institucionales y de Educación del  Gobierno de Navarra.
  • (2017) F. J. González Echeverría, Miguel Servet y  los impresores lioneses del siglo XVI, tesis doctoral,  Universidad Nacional de Educación a Distancia. Calificación, Sobresaliente cum laude. Directores D. Carlos Martínez Shaw, catedrático de Historia Moderna UNED Madrid y D. Luis Jesús Fernández Rodríguez, doctor en Medicina, director de la UNED de Tudela.
  • (2017) M. González Ancín & O. Towns (2017), Miguel Servet en España (1506-1527). Edición ampliada,Tudela,  Imprenta Castilla.
  • (1989) J. Barón Fernández, Miguel Servet. Su vida y su obra, Austral, Madrid.
  • (1953) Ronald Bainton, Michel Servet. Hérétique et Martyr, (1553-1953), Ed. Droz, Genève.
  • (2004) J. Goyanes, Exposición detallada de los dos procesos seguidos a Miguel Serveto. Anexo II en Miguel Serveto o Miguel de Villanueva (2004). Conmemoración del 450 aniversario de la muerte de Miguel Servet, 1553, VV. AA. Pamplona, Gobierno de Navarra, (varios autores)