(1532) Los Diálogos de la Trinidad

   Esta obra de Miguel Servet fue conocida en fechas inmediatas a su publicación, por los reformados de Haguenau, y se conservan bastantes ejemplares de la misma.


Cover Dialogorum de Trinitrate Servetus

 

Dialogorum de Trinitate libri duo. De justicia regni Christi capitula quatuor. Per Michaelem Serveto, alias Reves ab Aragonia hispanum. Anno M.D.XXXII, 8º, Hans Setzer, (Haguenau, 1531). 

 


Al igual que con Sobre los Errores acerca de la Trinidad,   y con el resto de las  obras teológicas de Miguel Servet,  citaremos parte del capítulo dedicado a esta obra de Servet en el libro El amor a la verdad. Vida y Obra de Miguel Servet, (2011), F. J. González Echeverría, pp. 114-117:

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   Miguel recibió muchas críticas por su primera obra, pero, poco después nosilustraría con una continuación. Pensamos que residió en Basilea en su trabajode corrector, pero con un ambiente cada vez más hostil. Miguel, no obstante,quiso completar su obra y no solo imprimió la obra descrita antes sino que al añosiguiente, en la misma imprenta daría lugar a la titulada Dos libros sobre los diálogosde la Trinidad, (Dialogorum de Trinitate Libri Duo), en dos libros o capítulos, con 21 hojas o 42 páginas, contando el “Saludo al lector” y que son seguidos con Cuatro capítulos sobre la justicia del Reino de Cristo (De Justicia [sic, en lugar del correcto Justitia, latino] Regni Christi Capitula Quatuor), en cuatro capítulos con 26 hojas,o 52 páginas, en la cual, como en la obra anterior, el impresor Setzer no figura enla portada y solo podemos ver, idéntico al anterior ejemplar el autor: per Michaelem Serveto alias Reves, ab Aragonia Hispanum y el año 1532 (anno M.D.XXXII). Al igual que la obra del año anterior los expertos supieron que se imprimió en eltaller de Setzer de Haguenau; se ha identificado esta segunda obra como realizadaen el mismo taller por las dos letras capitales tanto la de los Diálogos como en la anexa Sobre la Justicia. También Setzer había tomado precauciones en esta obra ypor ello no aparece su pie de imprenta en la portada. Siempre que Miguel figuracomo Servet, como sucedió en la portada (o colofón –aun siendo iniciales– o textointerior, como en otras obras), suele suceder por el peligro de los asuntos tratadosy por la posteriorpersecución de las obras, coincidiendo con que no figuran losimpresores, en las portadas, en los pies de imprenta o colofones, como sucedió conSetzer, en 1531 y 1532, y con Arnoullet en La restitución del cristianismo en 1553. La obra comentada comienza con un saludo:

“Saludo al lector

   De todo lo que hace poco escribí, en siete libros, contra la opinión recibida de laTrinidad, de todo ahora, honesto lector, me retracto. No porque sea falso, sino por incom-pleto y escrito como de un niño para niños. Te ruego, sin embargo, que tú mantengas entu memoria de ello lo que te pueda ayudar a comprender lo que se dirá aquí. Además loque bárbaro, confuso e incorrecto apareció en mi anterior libro debe de ser atribuido a mifalta de experiencia y a la falta de cuidado del impresor. Tampoco querría que ningúncristiano se sintiese ofendido por esto. Ya que Dios suele, algunas veces, dar a conocer susabiduría a través de los necios instrumentos del mundo. Por lo tanto observa, por favor,el propio asunto, puesto que si prestas atención, mis torpes palabras no serán para ti unobstáculo. Adiós”.

   Varios servetistas han señalado sobre todo la incoherencia de comentar que seretractaba de una obra que había impreso hacia un año; pero una lectura atentaindica que se retenga en la memoria lo dicho, pues sino va a ser muy difícil com-prender lo que viene. Es su primer “Saludo al lector” pero veremos, posteriormente,que Miguel aparecerá, tácita o explícitamente, en muchos otros saludos.

Introduce la forma del diálogo tan frecuente en Platón o Luciano de Samosata, entre otros. Aparece él y otro personaje, Petrucius, y le sirve de excusa para que “Miguel”, o sea el mismo Servet, nos aclara sus conceptos teológicos sobre la Trinidad.

Así matizará afirmando que la frase de que Jesús estaba a la derecha del Padre querría decir:

   “Habita con el Padre la misma luz inaccesible, de otro modo no estaría a la derecha del Padre. Tienen un modo de pensar carnal los que con el argumento de que está a la derecha del Padre, nos arrancan a Cristo de nosotros, lo cual probaría más bien, que no está a la derecha del Padre […] decimos que Cristo está en un cielo donde no pertenecen los ángeles. Él está en el tercer cielo donde y desde donde Él llena todas las cosas.”

   Volverá a hablarnos del Espíritu con la representación de una paloma en la última página de Los Diálogos de la Trinidad, un poco antes de la Justicia del Reino de Cristo:

   “Pero en estos envíos de la Palabra, del Espíritu y de Cristo no hubo ningún movimiento, aunque el descenso del Espíritu santo fue indicado externamente en una paloma por símbolo de un cierto movimiento en el espacio; sin embargo, la verdadera misión y procesión de Dios se realiza internamente.”

   También nos comentará sobre Elohim y según su interpretación.

   “Para probar que la Palabra es el mismo Cristo, estaba afirmando que Logos y Elohim son la misma cosa .”

   Pero otras son expresiones más entrañables, pues destaca refiriéndose a la cercanía de Cristo para nosotros, que nos revela: “Yo soy un Dios cercano”, o cuando para recalcar el carácter de nuestra hermandad con Cristo cuando podemos también anunciar “¡Abba!” afirmando que: “Verdaderamente imprime en nosotros el carácter y filiación del Hijo de Dios y en tanto como hermanos de Cristo gritemos: ¡Abba, Padre!”

   Con respecto a la eucaristía –o cena– para contentar a los reformadores suizos como Bucero o Ecolampadio Miguel comenta la presencia espiritual de Cristo en la cena; pero también citará frases para resaltar la presencia real de Jesús, que coincidirían más con los comentarios de Lutero. En definitiva la impresión de los Diálogos refleja un ánimo conciliador en Miguel mayor que en la obra anterior. Quizás esperó que la impresión de esta segunda obra templase los ánimos de los reformados que habían sido, como comentamos, muy contrarios a la difusión de la obra. Lamentablemente Miguel tampoco consiguió su objetivo. Vemos otros pasajes:

   “De nuevo Él entra en nosotros cuando nos ofrece su cuerpo para ser comido en la Santa Cena”

   Y prosigue después:

   “…pero solo a través de una cierta dispensación, una unión de Él a nosotros el cual está solo en espíritu, y el cuerpo de Cristo es místicamente comido en el místico pan.”

   Y cuando, después, comenta el espíritu de Cristo nos afirmará una expresión menos espiritual y más real como que:

   “A través de Él nosotros somos hechos para comer y beber la carne y sangre de Cristo.”

   De acuerdo con Bucero y Ecolampadio, Servet afirma que en la eucaristía hay presencia real, aunque no física; pero, al mismo tiempo, en esta obra se muestra con un realismo mucho más riguroso, como suele ser el método de Lutero, preservando la presencia física, afirmando, además, que “el Cuerpo de Cristo es carnedivina, consustancial con Dios”.

 

Sobre la justicia del Reino de Cristo (1532)

   Este breve tratado tratará de cuatro apartados que son: Sobre la Justificación; sobre el reino de Cristo; una comparación de la Ley y el Evangelio y, finalmente, el último apartado, sobre la caridad. Sobre el Evangelio:

   “Yo digo que el Evangelio es la palabra de Cristo, y de Juan el Bautista y de los Apóstoles y de todos los discípulos: el Reino de Dios se ha acercado, el Reino de los Cielos se ha acercado (Mateo 3, 4 y 10; Lucas 10). Advierte, por favor, el énfasis de estas palabras y por qué Cristo manda que ellas sean tan a menudo predicadas. Yo llamo al Evangelio el anuncio de la Gracia de Dios o la proclamación del Reino de Dios, cuando uno proclama que estos han venido, tal como los cuatro evangelistas y algunos otros apóstoles, especialmente Pablo como lo proclama y declara. Además los griegos lo llamaron anuncios y proclamas de buenas hazañas, εύαγγέλια.”

   También tratará sobre la diferencia de la Ley o Torá, en el Antiguo Testamento, y el mensaje de Jesús:

   “Primero que la ley de Moisés estaba escrita en tablas de piedra, mientras que la ley de Cristo es, de acuerdo con Jeremías, una ley del corazón.”

   Esa ley antigua no solo la ve en los judíos, con los cuales discute sobre la posibilidad de quebrantar esa Ley, sino también ve su semejanza en las reglas y leyes de los monjes, o los decreto del Papa que también criticará. Por último sobre el amor nos mostrará el más apasionado seguidor de Jesús por
que la caridad completa la Ley:

   “La caridad edifica, la caridad persiste, la caridad es paciente, es benigna, soporta y sostiene todas las cosas…”

   Pero además parece que Miguel no se sintiese a gusto ni con los luteranos ni con los católicos, pues al final de Sobre la Justicia del Reino de Cristo –que como hemos afirmado se editó como apéndice de Los Diálogos de la Trinidad–, nos añade una cita, muy repetida, en todos sus biógrafos:

   “Estas son las cosas que me ocurren con respecto al presente artículo, en el cual ni con estos ni con aquellos estoy conforme, ni disiento en todo. Todos me parecen que tienen parte de verdad y parte del error. Y cada cual descubre el error del otro sin ver el suyo.”

   Pero concluirá con su inquietud de la verdadera Iglesia, la que seguirá a Jesús
con: “Pierda el Señor a todos los tiranos de la Iglesia. Amén.”

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